La dentición suele comenzar con la aparición de los incisivos, entre los 6 y los 12 meses. A los 3 años todos los niños/as deberían tener 20 dientes de leche:
- Entre los 6 – 12 meses: salen 8 incisivos.
- Entre los 12 – 18 meses: salen los 4 primeros molares.
- Entre los 18 – 24 meses: salen los 4 caninos.
- Entre los 24 – 36 meses: salen los 4 segundos molares.
Los síntomas cuando aparecen los primeros dientes son variados:
- Babeo: la dentición estimula la producción de saliva del bebé, generando el babeo, que trae como efecto colateral erupciones en la cara o en el cuello debido a que el área está permanentemente húmeda.
- Malestar en las encías: se ve aliviado cuando ejercen presión sobre ellas, por tal motivo el bebé morderá todo lo que se le ponga al alcance.
- Disminución del apetito: la succión que realiza para tomar la leche aumentará el dolor y esto producirá que rechace el alimento temporalmente.
¿Cómo limpiar sus dientes?
Hacia el primer año es recomendable frotarlos suavemente con una gasa húmeda después de las comidas y además ofrecer al niño/a un poco de agua, que arrastrarán los restos que hayan podido quedar en las encías.
A partir del primer año y según la dentición de cada niño/a, ya se puede usar un cepillo de cerdas suaves especial para bebés, mojado bajo el grifo; es demasiado pronto para ponerle dentífrico. Se puede introducir dentífrico cuando el niño/a sepa enjuagar y escupir.
La caries del biberón
Para mantener los primeros dientes en buen estado hasta su caída, tan importante como la higiene es evitar que el niño/a se duerma con el biberón en la boca, porque los restos de leche facilitan la aparición de caries tempranas. Por eso, es recomendable a partir de los 24 meses, que tome todas las bebidas en vaso.
La caries del biberón es una enfermedad de evolución rápida y agresiva que afecta a la dentición temporal de niños/as de muy corta edad en los que la alimentación con biberón se ha prolongado mas allá del tiempo recomendable (2 años). El estancamiento de la leche o de otros líquidos azucarados en la boca del niño/a, unido a la falta de higiene bucal, produce este tipo de lesiones, que dan lugar a una odontodestrucción severa.
Para que el niño/a aprenda buenos hábitos y no viva el hecho de lavarse los dientes como una obligación desagradable hay que implicarse y convertirlo en una rutina diaria la cual podemos compartir con ellos desde el principio.